Nadie desea hoy estar en los zapatos de los directivos actuales de EPM y de Hidroituango. Inicialmente porque los que hoy ponen la cara, enfrentan las dificultades y toman decisiones, no fueron ni los promotores ni los gestores del Proyecto. Como se dice se “ganaron” esta “papa caliente” y deben asumir las consecuencias. Enfrentan el resultado de un Proyecto que lleve mas de 10 años de estructuración afrontando decisiones trascendentales basadas en las acciones que otros anteriormente asumieron. ¿Equivocadas? Posiblemente. Y como en el ejercicio pedagógico del ¨todos ganan”, aquí definitivamente “todos pierden”. Cualquier decisión, ¡cualquiera! genera controversia, conflicto, desaprobación, crítica. Cualquier decisión es mala, pero hay que escoger alguna, la menos peor, dándole prioridad a las vidas humanas. Si se hubiese “salvado” el río, si se hubiese dado prioridad al medio ambiente, hoy ¿qué estaríamos lamentando? SI se suspende, ¿qué consecuencias tendría dejarlo como “elefante blanco”? ¿Qué pasara con el futuro energético del país? ¿Qué pasara con sus ríos y el medio ambiente? ¿Qué pasara con las poblaciones de la margen del Cauca?
Por el lado que se mire es negativo. ¿Que hace 10 años lo advirtieron? ¿Que hubo siempre voces de rechazo a que se hiciera? ¿Que las Hidroeléctricas están mandadas a recoger? ¿Que la naturaleza no se toca ni se “altera” de una forma tan brutal? ¿Qué Colombia necesita energía? Lo que impacta es la sevicia con la que se cuestionan las decisiones, perdiendo el sentido de la proporción del tiempo y del conocimientos de hace 10 años a los actuales. Hoy, claro, se hubiera podido hacer diferente o ni siquiera hacerlo, o tomar otras alternativas. ¡Hoy! Pero no podemos pararnos en el presente y cuestionar decisiones que en su momento se consideraron las mejores. Alguien cree que el Proyecto se estructuró con “mala intención”, con el deseo de enredar (en ese momento) el futuro del país, o con la idea de hacer “lo peor” para perjudicar a las comunidades y “tirarse” el medio ambiente? El tinte político, la sed de retaliación, de “cobrarle” a alguien, nos hace perder el sentido de lo humano. Y entonces vale la pena revisar qué significa “humano”.
Humano es finito, inacabado, imperfecto. Humano significa aprendizaje, evolución, historia, revisión, corrección. ¿Cómo entender que cuando lo humano se contagia de odio, intereses, mezquindades, venganzas o retaliaciones, “extrae” lo peor de la condición humana, revuelca lo mas primitivo de la esencia animal y nos deja a merced de pasiones elementales, arcaicas? ¿Cuál es la mejor (no la óptima porque no existe) solución para Ituango? Sí, todos perdemos. Es un pierde-pierde, pero hay que continuar. En el campo espiritual, cuando se da una crisis donde “se cierra” el mundo, se la llama “la noche oscura del alma”. Lo único que queda es atravesarla. No sirve detenerse, ni congelarse. Hay que continuar. Claro, se surge, produce un dolor desgarrador, pero luego hay crecimiento, madurez, aceptación.
No es un momento fácil para Colombia y hoy mas que buscar culpables, se debe asumir una posición solidaria con los implicados. Ya llegara el momento del cobro. Pero la solidaridad es hoy la única herramienta que puede ayudar a mitigar el impacto, cualquiera que sea…
Gloria H. @Revolturas